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Antes de la llegada de los españoles a tierras americanas, en el lugar que ocupa la ciudad de Huatusco vivía el sabio rey Coxolitzin junto a su hija, la princesa Acaptzing.

Ya en edad casadera, el rey llamó a todos los pretendientes (capitanes y nobles guerreros de la tribu) aspirantes al trono para elegir al mejor para ser el esposo de Acaptzing, sin embargo, a pesar del cortejo y los obsequios ella rechazaba a todos los pretendientes excepto a uno, Acatepec.

El noble guerrero ofrendó a su enamorada un hermoso conejo blanco quien quedó impresionada aceptando la ofrenda por lo que Acatepec no dudo en decirle con profunda verdad “princesa y señora mía mi corazón y vida te pertenecen, tu hermosura me ha cautivado y enamorado estoy de ti”.

El rey lleno de regocijo mandó a celebrar las nupcias al día siguiente, todos en la tribu estaban contentos a excepción del brujo Tocapatle quien quería a Acaptzing como esposa, su ira provocó el juramento de deshacer el casamiento de la princesa con sus malas artes y brujería.

Esa noche invocó el mal para poder convertir a todos los hombres y mujeres en el animal que deseara. El pueblo se concentró en la plaza frente a un bello altar donde esperaban la boda de la princesa Acaptzing y el guerrero Acatepec. Durante la unión de sangre el sacerdote sacó un cuchillo para llevar a cabo el ritual pero el malvado Tocapatle levantó sus brazos y pronunció un embrujo que convirtió a la pequeña Acaptzing en un conejo blanco.

Acatepec robó el cuchillo de las manos del cura y asesinó al brujo, mientras que el rey Coxolitzin arrojaba al fuego el cuerpo del despreciable ser, se dice que el rey no paró de llorar formando un río que lleva por nombre Citlalapa y se encuentra cerca de la región.

Al poco tiempo Coxolitzin murió de tristeza y Acatepec cuidó de su amada quien no pudo volver a ser una hermosa mujer ya que con la muerte del brujo el hechizo no pudo deshacerse jamás. Los habitantes comenzaron a abandonar el lugar ya que no existía un monarca y con el paso del tiempo el guerrero fue premiado por sus acciones por el mismo Dios quien le dijo: “Tú quieres esta tierra porque en ella has nacido; encontraste el amor que un malvado ha destruido. Te quedarás aquí para siempre, serás el Acatepec en el que se extienda el señorío del Gran Conejo”.

Acatepec quedó convertido en un Cerro y desde la cima se aprecia un bellísimo bosque lleno de flores en el que se quedó a vivir la princesa convertida en un conejo. Cuando la cultura Tolteca se estableció en la región rendían culto al conejo que un día murió dejando ver el cuerpo transformado nuevamente en la princesa Acaptzing.

En su honor fue fundado el pueblo de Cuauhtochco.

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